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El género de una firma

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  • Aunque siguen existiendo diferencias entre ambos géneros, cada vez hay más mujeres que se dedican a la crítica cinematográfica
  • Según los críticos de distintos medios, el reconocimiento femenino en este sector es mayor que en otros

Por Nerea Sirera

Cuando en 1954 Alfonso Sánchez Martínez, uno de los más notables críticos de cine español, escribió su primera columna en el madrileño diario Informaciones, nadie podía imaginar que una tarea como aquella pudiera algún día llevar firma femenina. El cine, por aquel entonces, era un mundo reservado al género masculino en todas sus vertientes y, desde el director hasta el acomodador, casi todo eran hombres. Las mujeres sólo tenían, pues, un pequeño espacio delante de la pantalla, donde habían llegado gracias a su belleza y encanto, tan codiciados para atraer al público a las salas.

Mucho se ha escrito sobre el séptimo arte desde aquellos artículos de Sánchez Martínez, pero el sello de la crítica sigue teniendo género. Articulistas como Carlos Boyero, Jordi Costa o Sergi Sánchez son de sobra conocidos por todo cinéfilo que se precie. Escriben en grandes publicaciones, tienen seguidores incluso entre los de su mismo gremio y sus opiniones sientan precedentes. Pero, ¿qué hay de ellas?

El libro Cine y género en España, una investigación empírica, dirigida por Fátima Arranz, revela cifras exactas que dejan patente la desigualdad en el sector cinematográfico entre ambos géneros. Así, el porcentaje de directoras es de sólo el 7%, El de productoras del 15%, y sólo un 10% de guionistas son mujeres. No aparecen datos exactos que muestren el número de mujeres que se dedican a la crítica de cine actualmente, pero cualquier rodeo por las webs y los blogs dedicados al tema, dan buena cuenta del menor número de ellas frente a ellos.

En España, publicaciones consolidadas como Fotogramas, Cinemanía, Cahiers du Cinéma o Labutaca.net entre otras, cuentan hoy día con mujeres en su plantilla. De todas ellas, Nuria Vidal y Desirée de Fez, ambas críticas de Fotogramaso Eulàlia Iglesias, que forma parte del equipo de Cahiers du Cinéma, son algunas de las más reconocidas. Siguen siendo menos, pero su presencia en los medios de comunicación es cada vez mayor.

El estudio antes mencionado también demuestra que existe discriminación en dos ámbitos distintos: el de las trabajadoras del cine y el de las mujeres que aparecen en los contenidos fílmicos, ya sean de forma comercial o narrativa.

Sin embargo, en esta especialidad concreta, las diferencias entre el reconocimiento profesional de uno y otro género son menores. Almudena Muñoz, crítica de Labutaca.net, así lo defiende: “La igualdad de condiciones dependerá de cada empresa y de cada situación personal, pero de entrada y desde una perspectiva amplia, no hay motivo para ninguna inferioridad o superioridad entre hombres y mujeres que se dedican a esto”. Fausto Fernández, crítico de Fotogramas, ahonda en esta cuestión, y explica que existe un star system entre los profesionales de la crítica mediante el cual cada crítico tiene un status concreto. “Las diferencias, en términos de igualdad entre críticos hombres y mujeres, no creo que tenga nada que ver con el sexo, es más bien por el status que tenga ese profesional”, afirma.

Si hay algún “mundillo” en el que se rompan los corsés y se abandonen los tópicos constantemente, ése es el cinematográfico. Así, han aparecido paulatinamente heroínas que han roto el cliché del “macho alfa” salvador de su camada, de la misma forma que proliferan en pantalla hombres sensibles a los que no les preocupa expresar sus sentimientos sin temor alguno. Sin embargo, todavía siguen etiquetándose algunas temáticas determinadas según se consideren para hombres o para mujeres. A este respecto, Nuria Vidal, crítica de Fotogramas, lo deja claro: “El cine no tiene género. Sólo hay cine bueno y cine malo”.

Almudena Muñoz alude a la comedia romántica y al chick-flick, término asignado a aquellas películas dirigidas a mujeres jóvenes, como aquellas que se atribuyen como preferidas del género femenino. “Suelen adjudicarse rasgos de personalidad al espectador de determinado género cinematográfico, pero eso es tan falaz como querer generalizar cualquier comportamiento a un solo sexo. Cada mujer y cada hombre preferirá los géneros que su educación y su gusto le indiquen. O todos ellos”, añade.

máquina de escribir

Unido a este tópico, aparece otro directamente relacionado con él: ¿Hay diferencias entre la forma de ver y escribir sobre cine entre ellos y ellas? Ante esta cuestión, las opiniones de profesionales de ambos géneros son radicalmente distintas. Ellos, como Julio Rodríguez Chico, crítico de la Labutaca.net, piensan que sí que hay cierto contraste entre el estilo de hombres y mujeres. “Las diferencias al escribir vienen por la distinta manera de mirar del hombre y de la mujer. Me parece que, en general, la mujer hace más hincapié en aspectos que tienen que ver con la sensibilidad y psicología de los personajes, o atiende más a cuestiones artísticas y de detalle en la ambientación o en el atrezzo de la película, mientras que el hombre es más proclive a análisis estructurales del guión, a ideas que subyacen en el director o que reflejan una tendencia social”, argumenta.

Ellas, sin embargo, no creen en esta teoría diferenciadora. Nuria Vidal apuesta por una igualdad en cuestión de estilo, y argumenta que “suele hablarse de sensibilidades distintas, pero eso no depende del sexo, sino de la persona”.

Y es que si hoy en día esos mismos lectores de las columnas de Sánchez Martínez pudieran echar un vistazo a las críticas de Nuria Vidal, Mariló García, Almudena Muñoz o Desirée de Fez, no les sorprendería en absoluto que ellas mismas o cualquier otra pudiera desempeñar esa tarea. El arte no tiene género y las profesionales de la crítica son el mejor ejemplo de ello.

La revolución del blog

Los blogs y las revistas online están contribuyendo a una revolución en el ámbito de la crítica y algunos incluso opinan que están facilitando la integración femenina en esta especialidad. Así lo afirma Mariló García, crítica de Cinemanía, que comenzó su blog “Yonomeaburro” sin ni siquiera decir quién era. En tu blog tú escribes lo que quieres. No hace falta que nadie sepa si eres hombre o mujer”, explica.  Mariló también atribuye gran importancia al papel de las redes sociales y argumenta que, en este momento, “cualquiera puede opinar sobre una película nada más salir del cine, recomendarla o hundirla. Las distribuidoras y canales prestan atención a esos miles de tuiteros que ven cine, que saben de cine y que dan su opinión sin ataduras ni imposiciones empresariales”.

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Sin embargo, también surgen opiniones opuestas sobre la conveniencia de las nuevas tecnologías en el desarrollo de la profesión. Almudena Muñoz afirma que “cada vez proliferan más aficionados que abren blogs como hobby, en los que se dedican a ofrecer su punto de vista”. “Eso, que en la teoría resulta muy estimulante y amplía con infinidad de posibilidades el panorama de la opinión cinematográfica, en la práctica está devaluando el oficio. Hay muchas voces no profesionales interesantes, pero se extiende entre ciertos lectores (y editores) la consideración de que se trata de algo sencillo, que cualquiera puede hacer y en el que toda opinión cuenta con el mismo valor, lo cual conlleva el desprestigio del profesional, al que se ataca sin pudor”, explica.

Desigualdad compartida

A pesar de que las mujeres siguen sufriendo discriminación laboral en cuanto a salario y oportunidades respecto a sus congéneres, parece ser que en este ámbito cinematográfico concreto las diferencias son menos acusadas. La mala noticia es que la razón principal no es una mayor integración de la mujer en el mundo de la crítica, ni tampoco que ésta haya conseguido el difícil reto de equipararse laboralmente al hombre. El motivo es que ellos, como ellas, están mal pagados y se les reconoce poco su trabajo.

Fausto Fernández  deja claro lo que piensa al respecto: “Lo del reconocimiento del crítico es algo que no conozco. En cuanto al sueldo, todos cobramos poco, tarde y mal, tanto mujeres como hombres”.

Nuria Vidal no tiene duda alguna de que  “no hay la más mínima discriminación” de género en el desempeño del crítico de cine, e insiste en la misma idea de Fausto: “Todos estamos mal pagados y mal considerados, ellos y nosotras”.

Juan Sardá, periodista cinematográfico, detalla en su artículo El incomodador de Elcultural.es, las condiciones de trabajo a las que se ven sometidos los críticos de cine además del intrusismo laboral que sufren con frecuencia, y afirma que  “a falta de al menos una carrera universitaria específica que certifique que uno es “crítico de cine”, no resulta fácil dilucidar quién puede llamarse tal”.



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